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lunes, noviembre 15, 2004

La mini-debacle de Estados Unidos-2004

Aunque muchos anticipaban que podía repetirse lo del año 2000, este año las cosas han ido relativamente tranquilas en Estados Unidos (hasta ahora). Kerry concedió la derrota, después de echar cálculos, y no estamos ante una pesadilla legal y política como la de hace cuatro años.

Respecto a lo que me interesa en esta página, lo cierto es que no ha habido "catástrofes mayores" en el uso del voto electrónico.

En Carolina del Norte, el mal manejo de unas máquinas hizo que se perdieran 4.500 votos. El resultado no afecta a las elecciones presidenciales, pero puede impedir la elección de ciertos cargos locales.

También falló el nuevo sistema implantado en elecciones locales de San Francisco que permitía a los electores poner en orden a los candidatos y llevar a cabo una "segunda vuelta instantánea", eliminando a los que tuvieran menos votos, y adjudicando a los candidatos restantes las segundas, terceras o sucesivas preferencias de los votos a los candidatos eliminados. Cuatro de las siete elecciones quedaron provisionalmente sin resolver.

En Columbus, Ohio, una máquina electoral dio a Bush, en los resultados provisionales, 4.258 votos, contra 260 votos de Kerry, en un colegio electoral con sólo 638 votantes. El problema fue detectado y resuelto fácilmente.

Por otra parte, en Florida, un error informático hizo que en los resultados parciales del escrutinio de unos referendums locales (no en las elecciones presidenciales), a partir de cierta cuantía de votos, cada nuevo voto fuera descontado, en lugar de sumado, al total.

Eso es todo, que yo sepa, a estas alturas. Y es bien poco, teniendo en cuenta que hablamos de una votación con unos 120 millones de votos emitidos, para literalmente miles de puestos distintos.

Ahora bien, en varios de esos casos, los errores detectados han derivado de que los resultados dan "cifras imposibles": más votos totales que votos emitidos, o al revés. Por definición, no sabemos cuántos errores más se han podido producir en los que una máquina electrónica de votación (de las que no dejan rastro en papel) haya producido resultados "coherentes".

Curiosamente, las acusaciones de fraude o los rumores del tipo "ganó Kerry" que corren por las páginas de simpatías demócratas en Internet, apuntan a otros métodos de votación más tradicionales, y no al voto electrónico.

El fuego lo abrió Greg Palast, periodista de investigación más bien inclinado contra Bush, que escribió en su página simplemente "Kerry Won", y lo atribuyó a las máquinas de votar con perforaciones, como las que se hicieron famosas en Florida en 2000. Según sus cálculos, los votos perdidos por esas máquinas, que se usan sobre todo en distritos con fuerte voto a Kerry (92.000, según The Plain Dealer, de Cleveland), más los votos provisionales que acabarán siendo no contados sumarán más que la distancia entre Bush y Kerry en Ohio.

Y luego se hizo famoso el cálculo de una matemática de Colorado que estimó que los votos en condados de Florida que usaban máquinas de lectura óptica de votos (como las que usamos para leer la loto aquí) tenían una sorprendente desviación favorable a Bush. Los cálculos han sido refutados razonablemente por varias personas, y dos periódicos nada sospechosos de simpatía a Bush, como el Washington Post y el New York Times han publicado sendos artículos tomando partido por los que refutan las sospechas.

La autora de los cálculos sigue debatiendo con los refutadores, y está aún por ver si definitivamente todas las dudas están aclaradas. Los rumores de fraude siguen circulando por Internet y es posible que nunca se acaben disipando.

Para mi argumento contra el voto electrónico, es indiferente que los comportamientos "raros" se hayan producido con voto electrónico propiamente dicho, o con otros tipos de máquinas. Y es indiferente que haya habido fraude o no. Lo que es importante es que las sospechas de fraude son plausibles y difíciles de disipar. Si se lee el debate entre la matemática de Colorado y sus detractores, es fácil ver que ella aporta lo que parecen "datos incontrovertibles" y ellos aportan explicaciones más o menos convincentes, sobre, por ejemplo, sureños registrados como demócratas que suelen votar a presidente republicano, que no rebaten los datos de partida, sino que discuten sobre su significado. Quien quiera ver fraude, no se va a bajar del caballo.

Lo crucial es que siempre que haya un recuento no público y transparente (como el que tenemos ahora) y haya resultados de algún modo sorprendentes o inesperados (sobre todo en favor del partido en el gobierno) surgirá una rumorología del fraude. Rumorología que nunca se podrá rebatir diciendo "aquí están los votos", porque los votos no estarán ahí.